El entorno violento genera violencia

¿Por qué en el Perú no respetamos la luz roja en los semáforos y si lo hacemos cuando viajamos a Estados Unidos o Europa? ¿Por qué los extranjeros que vienen a Lima empiezan a hacer lo mismo? James Q. Wilson y George Kelling tienen una explicación a la que llaman “la teoría de las ventanas rotas”. Teoría que ya habíamos escuchado antes en Lima cuando Alberto Andrade, entonces Alcalde de la ciudad,  trajo al país a William Bratton, ex Jefe del Departamento de Policía de Nueva York y actual Jefe del Departamento de Policía de Los Angeles.   “La teoría afirma que el crimen es el resultado inevitable del desorden. Si se rompe una ventana y se deja sin arreglar, la gente que pase por delante deducirá que a nadie le importa y nadie se ocupará de arreglarla. Al poco tiempo aparecerán más ventanas con los cristales rotos, y pronto el edificio afectado dará cierta sensación de anarquía a toda la calle, se transmitirá la consigna de que todo vale”. (Malcolm Gladwell, The Tipping Point)

Lo que nos dice esta teoría es que no solamente actuamos según nuestros principios o formación cívica, es decir, por motivos propios de nuestra mente, no somos buenos o malos per se,  sino que también somos influenciados por el contexto que nos rodea. Si nos pasamos la luz roja en Lima y no en Nueva York siendo la misma persona aquí y allá es porque en Nueva York nos detiene la policía y nos multa y aquí no. Si “todos” actúan de una manera, si nadie paga el peaje de una carretera o hace la cola para algún trámite o no pagan impuestos, ¿Por qué yo?

Donde fuerais haced lo que vierais, reza el dicho. Es otra forma de decir lo mismo, la gente se deja llevar por lo que la mayoría hace.  En el caso que nos ocupa, el desorden, el caos, fomentan la delincuencia. Si camino por una calle limpia, con césped recién cortado y llena de árboles, difícilmente se me ocurrirá arrojar restos de comida. Si más bien transito por una calle sucia, descuidada, llena de tierra en vez de verde, lo más probable es que no me importará o importará menos arrojar allí mis desperdicios.

La teoría de las ventanas rotas dice eso, si nadie arregla estas pequeñas cosas pronto éstas se multiplicarán y generarán un ambiente del vale todo, acá no pasa nada. La teoría propone que los delitos mayores se evitan evitando los delitos menores,  pequeñas cosas pero con un efecto en cadena, un círculo virtuoso que evita el efecto contrario.

Recuerdo una conferencia de Mariano Grondona diciendo que la diferencia entre los anglosajones y los latinos eran que los primeros se levantaban por la mañana y se fijaban metas pequeñas para el día, las cumplían y por la noche se iban a festejar al pub. En cambio los latinos se levantan con ganas de cambiar el mundo y como no pueden hacerlo en un día se emborrachan de frustración por la noche.

La campaña de la correa de seguridad en los automóviles funcionó. Hoy todos usamos correa cuando subimos a un vehículo. Elijamos algo simbólico y pequeño a la vez, vayamos poniendo orden poco a poco, pongamos orden en nuestras propias vidas y veremos cómo nuestro contexto cambia. No nos pasemos la luz roja, dejemos libres los cruces de calles. ¡Rompamos la cadena de los vidrios rotos!